VIAJE AL FUTURO


Valle de Uco. Mendoza. El Portal de Mendoza.


Viaje al futuro

    Sofía se acercó a la esquina arrastrando su valija y paró un taxi. Contaba con el tiempo justo para llegar al aeropuerto. Se había retrasado en la oficina con los pedidos de último momento por lo que tuvo que correr a su departamento en busca del equipaje. Pensó que debía haberlo llevado al trabajo. Justo lo que a ella no le gustaba, las cosas desorganizadas. Tan metódica como era. 

    Había planeado la excursión durante meses. Debía ser un oasis en su vida ajetreada. La facultad en su último año, la tesis a medio terminar. El trabajo contable en una empresa de ropa femenina que le demandaba todo el día. Pasar tres veces por semana de la presencialidad al home office. Reuniones permanentes con jóvenes que recién empezaban y no mostraban suficiente interés laboral. Todo estresante, especialmente en épocas de cambio de temporada. Para colmo, su novio de hacía diez años ya era un verdadero estorbo en su necesidad de independencia. Deseaba liberarse y no podía. Lo quería, pero había perdido la pasión de los primeros tiempos. Habían postergado la convivencia una y mil veces. En realidad, a Sofía le gustaba vivir sola. Demasiada historia juntos los había suspendido en una relación rutinaria y tediosa. Ni siquiera sabía si quería tener hijos. 

    Por eso creía necesario este viaje, para pensar, para meditar, para decidir. Con treinta años debía resolver: o imprimía un cambio de rumbo o seguía por el camino que sus padres habían trazado para su vida. Estudiar, trabajar, ser exitosa, casarse, tener hijos. Sin solución de continuidad y sin respiro. Mucho le había costado mudarse a un departamento propio, aunque le insumiera gran parte de su sueldo. 

   Quiso elegir un lugar lejano para apartarse de esa vida que la frustraba. Guardó las vacaciones de invierno y decidió partir a Mendoza en primavera, la mejor época. Conocer esa ciudad tan pujante y ordenada. Hacer un circuito por las bodegas que estaban de onda en el afamado valle de Uco. Dedicar un día al tour de alta montaña para conocer el valle de Uspallata, los monjes rocosos de los Penitentes, el rojizo cobre del Puente del Inca, la mole del Aconcagua. Sabía que no era época de esquí, solo quería ver paisaje y disfrutar de tiempo para sí. En esas soledades montanas tendría la posibilidad de pensar. Reflexionar sobre un cambio de rumbo. ¿Dejar el trabajo por uno de igual remuneración, pero menos exigente, abandonar a su novio de tantos años? Preguntas que se hacía… En una hora y cincuenta y cinco minutos llegaría al destino cuyano. Estaba todo planificado. 

    Subió al taxi y enseguida se dio cuenta de que era vetusto, un verdadero cascajo que cuando arribó a la avenida Lugones hizo un ruido estrambótico y se detuvo. No hubo caso, no arrancó más. Sofía no podía creer su mala suerte, mejor dicho, su imprevisión por no haber reservado en agencia. Los autos pasaban a toda velocidad y la muchacha estaba desesperada. Era muy peligroso hacer dedo. Llamó a un Uber que le informó llegaría en cinco minutos. Habían pasado quince y lo seguía esperando. Le quedaban otros veinte para que se anunciara el embarque. Pensó que no llegaría. El taxista se disculpaba. Al fin vino el nuevo vehículo que la llevó rápidamente al aeropuerto. Estaba sobre la hora, pensó que perdería el vuelo. Apenas entró a la terminal escuchó que había una huelga repentina de controladores. Agradeció en su interior a los huelguistas y con el corazón en la boca por las peripecias vividas se dispuso a esperar el tiempo que fuera necesario para que se dignaran a levantar el paro imprevisto. Pero no fue así, los vuelos fueron reprogramados. Sofía tuvo que volver a su casa y aguardar al día siguiente para dirigirse al destino anhelado. 

    Había quedado agotada luego de semejante rodeo sumado a las vacaciones frustradas. Entonces lo pensó mejor. Durante una hora se desmoronó en su sillón preferido mirando en el balcón sus plantas cuidadas y florecientes. A través de ellas observó a la gente que iba y venía en una carrera sin fin. Decidió. Desarmó la valija con parsimonia y dispuso postergar la salida de manera indefinida. Sofía resolvió que podía quedarse en su casa a descansar, meditar y decidir lo que hubiera que decidir sin necesidad de andar alocadamente recorriendo caminos. El viaje era otra excusa para aturdirse; su hogar, en cambio, el lugar para aquietar el alterado ritmo de su vida.

© Diana Durán. 6 de octubre de 2022

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