La catástrofe global del planeta y la supercomputadora
WEST Y LA CATÁSTROFE
GLOBAL
Él es el logro más reciente de la inteligencia
maquinal: el computador HAL
9000, que puede reproducir –aunque algunos expertos prefieren aún usar la
palabra “imitar”– la mayoría de las actividades del cerebro humano, y además
hacerlo con una velocidad y confiabilidad incalculablemente mayores.
Arthur C. Clarke y Stanley Kubrick, 2001:
odisea del espacio
La supercomputadora de última
edición se localiza en uno de los miles de satélites que circunvalan la Tierra.
Es casi humana en su diseño e inteligencia, comparable a HAL 9000 de "2001: Odisea del Espacio". Se llama WEST y recopila datos terrestres para enfrentar
los desafíos de finales de siglo. En una notificación especial envía un
diagnóstico de situación a los gobiernos de los países. Los sistemas de
información lo analizan, aunque lo que está sucediendo lo corrobora en la
Tierra. Las Naciones Unidas determinan un estado de alerta global.
Los
lagos del sur, azules y helados están colmándose por el deshielo bravío de las
montañas andinas. Desde las cumbres gélidas se desprenden gigantescos bloques glaciarios
que caen por los valles como monstruos congelados, mientras las pequeñas
poblaciones huyen a resguardarse. Con el avance de los derrumbes desaparecen
los bosques de las riberas, tantos los autóctonos de lengas, ñires, coihues,
alerces y araucarias; como los pinos invasores plantados durante años por
ilusos paisajistas. Todos quedan sumergidos por el aumento del nivel de las
aguas lacustres. La fauna de liebres, guanacos, pumas, zorros, ciervos
colorados y pudúes también ha sido desplazada hacia las alturas o huye a las
mesetas. Busca desesperada un lugar donde asentarse y resguardar a las crías. Las
aguas azules se transforman en poco tiempo en verde musgo por la sumersión de
los árboles costeros. Solo se salvan algunas pequeñas lagunas escondidas en las
reservas naturales no conectadas con los deshielos patagónicos. En la comarca
de una de ellas se refugian guardaparques del Nahuel Huapi. Al no recibir
advertencias, la gente se traslada por laderas quebradizas y se instala como
puede en cabañas construidas de madera y cañas que encuentran a su paso. Han
vuelto a ser primitivos en su forma de convivir. Pelean por los lugares donde asentarse
y las provisiones existentes. Otros, como hormigas laboriosas cargan sus
enseres en autos y otros vehículos, hasta en carros tirados por caballos
ariscos e intratables. Pero no todos pueden escapar, solo lo hacen quienes
tienen recursos. Muchos pobladores emigran sin destino. Vagan por los
caminos vecinales formando largas filas de autos y camionetas atiborradas de
trastos inútiles. En las rutas nacionales los gendarmes armados impiden el
paso, pues las rutas troncales están atestadas y bloqueadas por muchedumbres confusas.
En las ciudades más populosas del Alto Valle, la población ha comenzado a
construir murallas para impedir el paso de los desterrados. Los mapuches ancestrales,
conocedores de la tierra, ascienden primero a las alturas porque tienen
anticipos mágicos de lo que va a suceder.
WEST
remite el estado de la Argentina y Chile a la OEA (1) que se interesa poco por los hechos. El Cono Sur es abandonado. Se siguen
produciendo eventos catastróficos. La supercomputadora continúa informando
infinitos datos preventivos que ante la sobreinformación emitida por los
satélites quedan descartados por la comunidad científica en estado de reunión
permanente.
Las
llanuras costeras se ven inundadas de manera súbita por los ingresos marinos a varios
kilómetros hacia interior del continente. Muchos pueblos quedan sumergidos. Las
personas huyen con celeridad para instalarse en las metrópolis interiores
atestadas por la procedencia de desplazados de todo el litoral. Córdoba y San
Luis son los principales destinos. No todos tienen la infraestructura necesaria
por lo que hombres, mujeres y niños se establecen como pueden en campos de
refugiados atendidos por la Cruz Roja y los Scouts. Las grandes urbes reciben
más atención que las zonas periféricas de las ciudades. Miles de individuos
llegan desde las planicies y costas de los ríos mesopotámicos pugnando por
encontrar un lugar en esos resguardos frágiles. Tolderías improvisadas han sido
instaladas y los recién llegados reciben agua, artículos domésticos básicos y barritas
de cereales para evitar disputas por el hambre con los ya emplazados. En poco
tiempo se produce una anarquía, robos y peleas entre ellos. ACNUR (2) ha sido disuelta por las Naciones Unidas imposibilitada de cumplir con su
misión y se limita a pocas aldeas africanas que sucumben día a día, por la
desertificación y la miseria. Igual escenario se reproduce en las márgenes de
América Latina y el Caribe.
La supercomputadora
toma el control de sí misma y comienza a decidir sobre familias que no tuvieron
el aviso de las autoridades. En Argentina las guía a través de los celulares,
simulando ser gubernamental, a un oasis cuyano todavía no alcanzado por los
desastres. Nadie se da cuenta de su condición tecnológica.
Selvas,
bosques, pastizales y desiertos cambian de lugar en un loco ajedrez antinatural
que los científicos no alcanzan a dilucidar, si bien estaban previstos en sus evaluaciones
preliminares. La cuestión es predecir cómo y dónde se producirán esas
variaciones. Nadie las anticipa con exactitud a pesar de los avances de la
inteligencia artificial. Los algoritmos han fallado inexplicablemente y los
matemáticos no encuentran solución a los cálculos sobre riesgos. Donde había
bosques, ahora hay desiertos; donde selvas, pastizales. Los arrecifes de coral se
blanquean lo que significa la rápida extinción de muchas especies de peces. Los
restos de ecosistemas frágiles yacen deteriorados en todo el planeta.
WEST
ha creado un símil del Arca de Noé en una gigantesca estación espacial
abandonada que aterriza en el desierto del Sahara y reserva una a una las
especies terrestres y marinas. También a los humanos que quiere.
Los
huracanes del Golfo y los tornados de las Great Plains llegan a categorías
superiores a las conocidas hasta entonces y retornan con mayor asiduidad
obligando a la retirada de los asentamientos de las islas del Caribe y
costas del sur de los Estados Unidos. A pesar de los avances en la prevención
de los riesgos en estos lugares castigados es continua la migración hacia las
cordilleras del Oeste y zonas frías del norte de Canadá. Las autoridades no dan
abasto con el control de los traslados y se producen frecuentes reyertas entre
los desplazados que se movilizan por las carreteras de los Estados Unidos. Europa
sufre constantes deslaves, erupciones volcánicas, terremotos e inundaciones en
la mayoría de sus territorios mediterráneos por lo que los habitantes huyen a
tierras nórdicas.
El
superprocesador decide no actuar en ambos continentes por ser los causantes de
la mayoría de las crisis ambientales y económicas del siglo.
Los
suelos se resecan o se inundan de forma alternada y, en consecuencia, los
cultivos y cosechas se pierden, excepto los que están bajo riego que en
comparación son muy escasos. Nada se sabe en Occidente de las populosas
poblaciones asiáticas que dependen del arroz y la soja pues se ha producido una
falla mundial de las comunicaciones. Si es como en el oeste, las pérdidas serán
más devastadoras aún en función de la cantidad de la cantidad enorme de
habitantes.
Los
gobiernos de las principales potencias no han cumplido con las advertencias de
los científicos y de los organismos no gubernamentales y las reuniones sobre el
cambio climático han fracasado estrepitosamente durante décadas. En poco tiempo
se produce la catástrofe universal que la misma humanidad ha gestado.
WEST
continúa realizando monitoreos y modelos predictivos sobre el calentamiento
global que se pierden en el desierto universal, como en el cuento de Borges (3). La computadora casi humana logra gran perfección,
pero sus predicciones no satisfacen a los gobiernos del planeta. Las
generaciones siguientes deciden que es inútil y la entregan sin piedad a la
inclemencia de los fenómenos naturales.
“En los Desiertos del Oeste perduran despedazadas
Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay
otra reliquia de las Disciplinas Geográficas” (4).
4. Suárez Miranda:
Viajes de varones prudentes Libro Cuarto, cap. XLV, Lérida, 1658 De: El hacedor
(1960)