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VIAJARÁS A JAPÓN

 


Fotografía: Constanza Viarenghi

VIAJARÁS A JAPÓN

Viajarás a Japón, invitada por una familia que la tuya desconoce. Tan joven, tan soñadora, tan avispada: creerás que estás lista para cruzar hacia la tierra del sol naciente. Aprendiste el idioma que siempre te gustó y el intercambio será un deseo cumplido. Pero te sentirás como Pulgarcita viajando en avión, no más larga que un dedo, acurrucada en la cáscara de nuez vibrando con cada turbina.

Serás una argentina en Shonandai, suburbio prolijo de Yokohama, donde los trenes respiran puntualidad y el volcán Fuji es un coloso que asoma en el horizonte. Allí, la cultura japonesa se te hará carne: en el arroz, los fideos y el pescado; en la pulcritud de las calles; en los departamentos estrechos que parecen cajas de cartón. En los parques con árboles tan simétricos que te inquietan, salvo los cerezos: esos sí parecen recordarte algo de vos.

En ese país todo estará previsto, incluso tu manera de extrañar. Después de veintiséis horas de viaje, doce a Sydney, cuatro de espera, diez hasta Tokio, llegarás al metro que te llevará a Shonandai, como si el camino fuera una madriguera y vos el personaje diminuto que no sabe dónde termina.

Te asombrará que todos usen barbijo. ¿Hay tantos enfermos?, preguntarás. Te responderán: prevención e higiene. Verás cómo separan la basura en plásticos, vidrios, alimentos y papel. Te hablarán de plantas de reciclaje, rampas en las veredas, semáforos que cantan para los ciegos. Te maravillará el orden, y a la vez te inquietarás con él.

En un paseo, descubrirás un jardín secreto donde desearás esconderte. Sentirás que ese es el lugar que no sabías que buscabas. Querrás refugiarte en él.

Vivirás en un departamento pequeño, de paredes delgadas por prevención sísmica. Y ahí, el símbolo florecerá: la cáscara de nuez como casa, como refugio, como piel que vibra y escucha.

Te sentirás como Pulgarcita en el bosque encantado de edificios gigantescos y costumbres regladas. Llegarán el sapo, el abejorro y el topo. El sapo será el aburrimiento ante la ausencia de una actividad intensa. El abejorro, un instante de ternura pasajera, en el encuentro con tus compañeros de intercambio. El topo, ese joven que querrá conquistarte sin saber si tu flor desea abrirse.  

El topo parecerá perfecto, pero no sabrá cómo hacer sentir a tu corazón. Te querrán casar con él. Pero vos dormirás en tu cáscara de nuez, temblando junto al tatami[1], y aprenderás a flotar sin hundirte.

Extrañarás el amor de tus padres; el tango que no se baila en los parques; la tenacidad de tus hermanas en el trabajo. Todo estará resuelto, pero nadie preguntará si querrás llorar en voz alta.

Entonces huirás. No por desprecio a la cultura japonesa. Sino porque en ella tu alma se ahoga. Concluirás que la convivencia perfecta es posible, pero te faltará el desorden donde la vida late.

Te escaparás como Pulgarcita: con la flor en la mano, cruzando las fronteras del país perfecto. Para volver al sur. A tu tierra. A tu gente.

 

© Diana Durán, 28 de julio de 2025

 



[1] Estera tradicional japonesa, típicamente hecha de paja de arroz tejida, que se utiliza como piso en casas y edificios japoneses, así como en la práctica de artes marciales como el judo y el karate. 

LA PELOTA SIEMPRE AL PIE

 


Imagen creada por IA

LA PELOTA SIEMPRE AL PIE

De María Constanza Viarenghi

 

Cinco de la tarde en punto. Momento de guardar las hojas rayadas y la cartuchera en la mochila; levantar las migajas de aquella merienda nutritiva de chocolatada y dos tostados de jamón y queso. Luego, salir más rápido que las agujas del reloj con un destino fijo: el Parque Centenario.

 

Eran exactamente cuatrocientos veinte metros los que separaban a Martina y Rodrigo, su vecino y mejor amigo, de los árboles que simulaban, bajo su imaginación, ser el mejor arco de fútbol para un apasionante duelo barrial que podía durar hasta las siete u ocho de la noche, momento en el que Nora, hermana mayor de “Rodri”, se acercaba al parque a buscarlos porque ya era hora de volver a sus casas.

 

Tenían doce años y las mayores preocupaciones eran cumplir con las insufribles tareas de la profesora de plástica -no tenían ningún tipo de habilidad con las manualidades-; superar el análisis sintáctico de la profe Liliana; y armar los mejores equipos de fútbol para que Almagro le ganara a Caballito por goleada. Era el clásico barrial de los noventa que apasionaba a cada vecino que elegía el parque como opción para pasar la tarde.

 

Mientras el sol caía, se escuchaban comentarios de asombro como: “le pega con los dos pies”, “no erró ningún pase”, “sabe hasta cabecear”. Padres y niños se agarraban la cabeza confundidos por lo que estaban viendo. No era para menos. Martina era la primera niña del barrio que jugaba al fútbol, pero no sólo lo jugaba, sino que lo estudiaba, lo analizaba… Era su pasión.

 

Cada domingo escuchaba junto a Rodrigo el inconfundible relato de Víctor Hugo Morales en la radio que le prestaba su abuela. Anotaba en un cuaderno las formaciones, las amarillas y las infracciones que sucedían en cada partido.

 

En el recreo del Normal1, mientras sus compañeras jugaban al tutti frutti e intercambiaban figuritas de la Sirenita, Martina armaba con varias hojas de papel y cinta scotch la mejor pelota del mundo para jugar un partidito con los chicos de séptimo.

 

“La pelota siempre al pie”, le reclamaba a Guido que ponía todo su empeño en hacer un pase bien, pero no había caso. Cada página de la historia de Martina estaba asociada a un hito en el fútbol. Su finalización del primario con aquel campeonato del noventa y dos de Boca; el viaje de egresados a Bariloche con el último partido que Maradona jugó como profesional. Su título de Comunicadora con el fracaso del Mundial 2002 de la Argentina. El nacimiento de su hijo Gabriel con el gol maradoniano de Messi en el Barcelona.

 

Hoy, “La pelota siempre al pie” no es más aquel reclamo a Guido de que el pase sea correcto sino su primer programa periodístico que junto a Rodrigo conducen en un popular canal de cable.

 

La lucha por la igualdad es de pie, porque la pelota siempre tiene que ir al pie.


María Constanza Viarenghi,  21 de julio de 2025


LA REVANCHA CULINARIA DE DOS PUEBLOS

 







Imágenes generadas por IA



LA REVANCHA CULINARIA DE DOS PUEBLOS

 

Eran dos pueblos lindantes en la llanura entre serranías pampeanas. Uno se llamaba Nueva Sevilla porque sus pobladores habían llegado en el siglo XIX desde las estrechas tierras del Guadalquivir y, si bien se afincaron en el vasto suelo argentino, no renegaban de sus ancestros y habían logrado implantar olivos, además del girasol típico de la zona. El otro se denominaba Torino, como la capital de la región piamontesa italiana. Poseía mayor tradición cerealera y, aunque a sus pobladores les gustaba cultivar la vid, no habían encontrado en la región pampeana condiciones que se igualaran a la llanura del Po.

Las poblaciones tenían no más de cinco mil habitantes cada una. Los andaluces y sus descendientes eran cálidos, alegres y hospitalarios; los piamonteses, conocidos por su carácter laborioso, reservado y perseverante; duros trabajadores.

Los poblados distaban a veinte kilómetros, poco para las distancias de la llanura, lo que los había llevado a una frecuente interacción social a pesar de los distintos orígenes. Muchas familias se relacionaron, fueron integrándose con el correr del tiempo y tuvieron influencia en las costumbres locales.

Una de ellas era el fanatismo por el fútbol. El “Inter Sport” era el equipo principal de Torino y el “Andalucía Fútbol Club” de la Nueva Sevilla. Además de los consabidos campeonatos locales, ambos equipos se enfrentaban al iniciar la primavera durante el Día del Inmigrante, el torneo regional que era la competencia del año. La costumbre local incluía la degustación de comidas propias de cada cultura y el trasiego incesante entre uno y otro lugar. En el caso de la Nueva Sevilla, cocinaban gazpacho[1], pescado frito, guiso de garbanzos y preparaban deliciosos fiambres. Los de Turín cocían bagna cauda[2], exquisitas pastas y el famoso vitel toné de origen piamontés.

Todo era alegría durante esa jornada a la que asistían los hinchas de los equipos y se sumaba gran parte de ambos pueblos. El evento alternaba un año en una localidad y al siguiente en la otra. Fútbol más feria convertían la tranquilidad habitual en una celebración de rivalidades deportivas y culinarias que eran muy esperadas y transcurrían de manera bulliciosa, pero pacífica.

Ese año le había tocado ganar al Inter de Torino en un partido que culminó con el festín consabido en la plaza central.

Durante la temporada siguiente los ánimos estaban bastante caídos. Las magras cosechas por las sequías habían predispuesto mal a las poblaciones de ambas localidades. Nueva Sevilla era el anfitrión. Si bien no había mucho dinero, se destinó lo necesario para concretar la fiesta.

El partido comenzaría a las diez de la mañana con la finalidad de que culminara a la hora del inicio de los festejos y del variado almuerzo en los stands de comidas tradicionales de los que participaban los dos pueblos.

A mitad del primer tiempo se armó la batahola. El centro delantero del Andalucía Fútbol Club en un ataque que iba camino al gol fue cruzado con violencia por un zaguero del Inter, por lo que el primero cayó tan mal que se fracturó el tobillo. La reacción de los sevillanos fue violenta y derivó en empujones e insultos entre ambos equipos. El público que estaba ansioso de que terminara el partido silbaba y vociferaba, pero el asunto no pasó a mayores. El Festival del Inmigrante pudo comenzar con cierta normalidad, aunque los ánimos quedaron caldeados.

Al año siguiente llegó la revancha futbolera. Todo iba bien hasta que el mismo defensor del Inter volvió a agredir, esta vez a un jugador central del Sevilla quien reaccionó a golpes de puño y todo el equipo se trenzó en una riña salvaje. El público local muy exaltado saltó los alambrados y respondió con golpes y patadas. El partido se suspendió, pero las disputas continuaron afuera del estadio.

El evento central empezó cuando los ánimos se sosegaron con los discursos de cortesía de los dos intendentes que anunciaron el fin de la sequía y la promesa de buenas cosechas. Sin embargo, apenas terminó la ceremonia sobrevino la revancha. Los sevillanos comenzaron a lanzar guiso de garbanzos y pescado frito contra los stands de los feriantes y visitantes piamonteses quienes, al mismo tiempo, arrojaban anchoas con verduras y vitel toné a todo descendiente andaluz que encontraban a su paso. No quedó local ni persona limpia. Todo terminó en una masa informe de diversos platos de comidas típicas que habían sido preparadas con afán por los cocineros de los dos pueblos.

Por años no se repitió el Festival del Inmigrante y cuentan que todavía las paredes de Torino muestran los resabios de aquella fiesta inolvidable.

 

 

 



[1] Plato típico como sopa fría cuyo ingrediente principal es el tomate.

[2] Salsa caliente en base de anchoas servidas con verduras.


© Diana Durán, 7 de abril de 2025

LA TRAMPA MENOS PENSADA

 


Imagen generada por IA

La trampa menos pensada

 

Leandro no había tenido ambiciones políticas de ninguna índole. Sí, era una persona comprometida con lo social. Su trayectoria profesional había estado ligada a lo académico en el ámbito universitario y, en lo profesional, a cargo del equipo de cirugía del hospital local. A pesar de ser médico llevaba una vida relativamente tranquila con su esposa, Silvina, y tres hijos. Hacía deportes, tenía amigos y era muy querido por la comunidad de la localidad pampeana donde vivía. Era un hombre satisfecho.

Un día lo llamó la secretaria del intendente, no lo conocía en persona; lo requería para una entrevista. Pensó que se trataría de alguna cuestión hospitalaria: la selección de un equipo para la sala quirúrgica, o las alternativas para encarar el eterno problema de la escasez de médicos de guardia. La auxiliar no le anticipó nada. Llegó a la intendencia bastante inquieto, no percibía por qué. Tal vez por la incertidumbre, no sabía en qué consistiría el tema convocante. Se anunció en la secretaría donde lo hicieron pasar de inmediato al despacho. Quedó parado a la espera. Desde la puerta la secretaria lo anunció y acompañó al intendente, señor Atilio Marchetti, quién entró sonriente y lo saludó. Buenos días, Sebastián, cómo estás, le dijo de manera familiar y lo hizo sentar en un sillón de cuero reluciente, ofreciéndole de inmediato un café. Comenzó a hablar con solemnidad, pero en un tono cordial. El médico se sorprendió cuando se refirió a su trayectoria pues la conocía al dedillo. También hizo un gran alegato sobre la importancia que tenía la salud para su gestión. Sebastián advirtió que conocía los problemas acuciantes, pero no podía definir para qué lo había llamado, pues el funcionario no daba señales de plantearle cuestión alguna. Al cabo de quince minutos de exposición y otros cinco de reiterar halagos sobre su recorrido profesional, lo invitó formalmente y con grandilocuencia a participar en las elecciones de medio término que se desarrollarían en el municipio y la provincia en octubre de ese año. Su postulación consistiría en ser candidato a primer concejal por el partido oficialista. El médico quedó azorado por semejante ofrecimiento. Luego de un amable intercambio Sebastián le dijo que lo iba a pensar y consultar con su esposa, y le contestaría. Partió turbado por tanto elogio y por una propuesta que jamás habría considerado. No tenía la menor idea de lo que significaría incursionar en política. Su vida se había desplegado en los claustros de la universidad y en el hospital. Leía los diarios y se interesaba por la actualidad, pero no por eso conocía el mundo de la política, ni mucho menos. Solo en charlas de café con sus amigos o con su mujer intercambiaba algunos comentarios sobre ese campo.

A pesar de que no tenía la mínima avidez de poder, Sebastián decidió aceptar la propuesta del intendente impulsado especialmente por Silvina, quien lo convenció insistente como era de costumbre. Fue así como tuvo que participar en toda la campaña junto a los otros candidatos. Por su posición destacada en la lista concurrió a numerosas entrevistas televisivas y radiales, realizó visitas agotadoras a vecinos y se expuso en muchos ámbitos sociales, algunos conocidos como clubes, sociedades de fomento, iglesias. Vio su cara en anuncios publicitarios, en la larguísima boleta de votación y hasta en la parte trasera de los colectivos locales. Sintió vergüenza. Había sido “coucheado” a principios de la campaña por unos ignotos jovenzuelos que lo atiborraron de comentarios sobre la comunicación, el discurso al que debía ceñirse y la estrategia del partido. Conocía poco y nada a sus compañeros de lista, aunque algunos habían sido esporádicamente sus pacientes. Así se enfrentó a ese desconocido mundo para enfrentarlo con el bagaje de su historia personal y profesional.

         En octubre su lista salió triunfante y en diciembre juró solemnemente como primer concejal en el recinto del Honorable Concejo Deliberante, ante la mirada orgullosa de Silvina. Se sintió satisfecho y expectante.

Cuando se enfrentó al trabajo legislativo se dio cuenta de que no tenía la menor idea de dónde se había metido. Antes de cada sesión, el secretario del intendente llamaba a los concejales y les indicaba precisamente lo que tenían que hacer con cada expediente. Aprobarlo cuando era conveniente para “el jefe”, como llamaba a Marchetti; rechazarlo a viva voz si se trataba de algún reclamo; o abstenerse en el caso de que la votación no comprometiera a la gestión.

Al cabo de dos meses de los cuatro años de su mandato, Sebastián cayó en cuenta de que era un mero títere del gobierno de turno. Veía al intendente que tanto lo había halagado solo en alguna fecha patria o inauguración de una obra. Hasta a la más insignificante tenía que concurrir, se tratara de un bacheo, una destartalada oficina recuperada, o el principio de una obra que nunca se concretaría. En definitiva, se dio cuenta de que su nombramiento había sido una verdadera estafa, puro engaño para usarlo en beneficio de obtener más votos al utilizar su buen nombre y honor.

Nunca lo consultaron sobre los equipos que faltaban en el hospital o sobre la carencia de médicos. Bien podía haber hecho alguna ordenanza para el mejor funcionamiento o un pedido de informes a la provincia para requerir el incremento del número de profesionales para el hospital. En las larguísimas reuniones de comisión y en las sesiones tenía una especie de libreto que seguir porque presidía el bloque. Se sentía un títere defendiendo temas que desconocía.

Cuando llegó el momento de presentar el presupuesto se dio cuenta de los graves errores y “rarezas” que había en el expediente en el área de salud. Quiso rectificarlos, pero se lo impidieron. Empezó a sentir la inutilidad de su función y decidió renunciar al cargo, no sin antes pelear con su mujer de la que se había alejado en medio de la vorágine de su labor. Las consecuencias se volvieron en su contra. Recibió amenazas de todo orden y Marchetti lo llamó por segunda vez desde que lo había conocido personalmente para increparlo por las derivaciones que su salida podía provocar.

Sebastián no declinó su determinación, renunció y luego de unos días de descanso, volvió a su querido hospital. Cuando ingresó al consultorio descubrió sobre su escritorio un telegrama de despido del hospital municipal firmado por el Sr. Atilio Marchetti. Así terminó su corta carrera política y se encontró volviendo al llano, como se suele decir, al consultorio en la casa paterna, pues la separación de Silvina sobrevino repentina como su fugaz incursión en la política.


© Diana Durán, 24 de marzo de 2025


TERRITORIOS AUSENTES. NUEVO LIBRO DIANA DURAN

 



El nuevo libro de cuentos de Diana Durán, titulado "TERRITORIOS AUSENTES" con prólogo de Héctor Correa y los siguientes cuentos:

I. ITINERARIOS

Viaje tras la ventanilla del micro
De puro vagar
Mi lugar en el mundo
Crisis en la Gran Ciudad
Una carta sorpresiva
Tierra prometida
Despedida y retorno

II. AMBIENTES

El sur
La selva sin mal
Aventuras fraternales en tierras de Tucumán
Milagro en la fuente de las Cibeles
Finde semana en Villa Ventana
El nido
El riesgo de un castigo
Hallazgo serrano
Frente a los incendios
La resistencia y la memoria
Devastación en el entorno prehistórico
Reflejos de una catástrofe
Del bosque chaqueño: nuestra querencia


III. COSTUMBRES

Los motoqueros del barrio
Pasión futbolera
Revelación infantil
Ascenso en las Torres de las Catalinas
Tiempo de volver
Juicio a la Esperanza
Culpas de vestido largo

IV. TERRITORIOS INTERIORES

Interminable espera
En el jardín de siempre
Delirios
Rompecabezas
Amnesia y territorio
El piano abandonado
El albañil

Para obtenerlo comunicate por:

 2932-521423
Correo diana.a.duran@gmail.com

Facebook Diana Durán

Instagram: diana.duran19




EXPERIENCIA DE EDUCACIÓN GEOGRÁFICA CON LOS CUENTOS TERRITORIALES APLICANDO IA

 



CARRERA: Profesorado Educación Secundaria en Geografía. Instituto Superior de Formación Docente "Profesor Agustín Gómez". Paso de los Libres. Corrientes.

UNIDAD CURRICULAR: Tecnología de la Información y la Comunicación en la Enseñanza

PROFESORA: Loebarth, Analía Verónica

CURSO: 3° Año

CANTIDAD DE HS.: 4 hs.  semanales

PERIODICIDAD: Anual 

FORMATO: Taller

AÑO: 2024




A continuación, incluimos junto a los nombres de los alumnos, el cuento seleccionado y luego: sus producciones consistentes en la lectura, la elaboración del promt (1) para crear una imagen de la narración y la música elaborada con SUNO (2).

YAMILA BETSABÉ IBARRA Cuento: UNA CARTA SORPRESIVA

"Tríptico fotorrealista, colores pastel: 1) Mujer argentina mayor en su hogar sostiene carta rota, expresión angustiada, luz cálida tarde. 2) Misma mujer en laptop, papeles dispersos, reflejo Charlotte en sus lentes 3) Primer plano manos con boletos avión, nota emotiva. estilo realista, tonos suaves."


Imagen generada por IA


Escuchar canción aquí: Carta de ausencia



MERCEDES YAMILA PAIVA. CUENTO: UN VIAJE DECISIVO A LA PATAGONIA

"Generar una imagen panorámica que capture la esencia de un viaje por la Patagonia Argentina. Quiero ver a una escena de una mujer de cabello largo castaño oscuro en el interior de un vehículo observando curiosa el paisaje que se despliega ante ella. En sus manos sostiene un mapa con el itinerario marcado por ella. El cielo debe estar celeste y las montañas con nieve del bosque andino patagónico. Estilo realista con enfoque en la naturaleza"


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Escuchar canción aquí: Construyendo sueños


Elabora una imagen de una abuela sentada en un sillón de mimbre en un jardín amplio lleno de tipos y colores de flores, arbustos y árboles frutales pequeños con un pequeño invernadero construido sobre un gallinero por ella en un día lindo de sol contemplando la belleza del lugar.


Imagen generada por IA

Escuchar canción aquí: El jardín de los recuerdos


LORENA JACQUET. CORRIENTES EN SOLEDAD

Necesito una imagen de un gaucho sobre un caballo en una mañana, en los Esteros del Iberá y un grupo de alumnos adolescentes junto a un profesor contándoles una historia.

Imagen generada por IA


Escuchar canción aquí: El campesino de Esteros


"Crea una imagen en la que haya una reunión en la selva en donde haya yaguareté, tapir, guacamayos, tucanes, coatíes, carpinchos. También un oso hormiguero hembra muerto y agrégale máquinas forestales cortando árboles y camiones transportando madera. 


Imagen generada por IA



Escuchar canción aquí: La selva se levanta

HORACIO JAVIER FERNÁNDEZ LA TIERRA PROMETIDA

"Crear una imagen de un niño de diez años con una mirada traviesa y una actitud desafiante junto a una mujer autoritaria y estricta que representa a su familia de acogida. La escena mostrará una amistad cerca con otros niños que juegan en una plaza y una transición hacia su vida adulta en Andalucía donde Rafael librado de su pasado se dirige a un futuro de esperanzas sin necesidad de buscar sus orígenes".


Imagen creada por IA


Escuchar canción aquí: Las alas de Rafael



"Crea una representación artística de la provincia de Entre Ríos en Argentina, elaborada en un estilo de acuarelas con tonos predominantes de verdes y marrones. La ilustración debe mostrar un paisaje con carpinchos descansando cerca de una laguna rodeada de sauces y álamos. En el fondo, extensas tierras agrícolas. También, se debe representar partes del suelo agrietados y secos, ilustrando los efectos. de la sequía".






 Escucha la canción aquí:    PAISAJES MARCHITOS 

SANTIAGO INSAURRALDE.  TIEMPO DE VOLVER


"Crea a un chico de veinticinco años, joven, adicto al celular y las redes sociales. Al lado de él debe encontrarse su abuela, feliz de verlo en su casa, sirviéndole un plato de pastas, pero preocupada y angustiada porque su nieto no vive el tiempo presente. Utiliza colores vividos y la figura de la abuela debe ir desapareciendo tenuemente haciendo referencia al paso del tiempo en la vida".




Escucha la canción aquí: MUNDOS SEPARADOS 







Escucha la canción aquí: LA FRONTERA


       El arte acompaña a la Educación Geográfica junto a las innovaciones de los profesores y alumnos que ponen el máximo de su interés y dedicación al aprendizaje. La lectura de cuentos ficcionales de contenido geográfico como los Cuentos Territoriales, sumada al apoyo de las nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial ha generado un plus cualitativo en el aprendizaje. Los alumnos guiados por su profesora no solo leyeron los cuentos que eligieron, sino que también imaginaron a sus personajes a través de una descripción propia con la que la IA construyó una imagen creativa. La redacción de los promt por parte de los alumnos implica una compresión del texto en términos de la síntesis explicativa que se requiere para lograr una imagen significativa. Además, agregaron a la creatividad artística una canción generada a través de SUNO.
    Agradezco profundamente a la profesora Analía Verónica Loebarth la difusión de su propuesta y su generosidad al proveerme de estas creaciones de sus alumnos.

Dra. Diana Durán


1. Un promt es una instrucción o texto inicial que se le proporciona a una herramienta de Inteligencia artificial (IA) para generar un resultado específico. Los prompts son la clave para comunicar las intenciones a la herramienta y obtener un buen resultado.

2. SUNO es una herramienta de creación musical impulsada por la IA que permite a los usuarios generar canciones realistas que combinan voces e instrumentación. Las indicaciones las proporciona el usuario.

LA TIERRA PROMETIDA

 


Pan Bendito. Madrid. Street View

LA TIERRA PROMETIDA

 

Desde pequeño sintió en carne propia la manera autoritaria en que lo trataba. Rafael, ¡ordena tu habitación! Rafael, ¡báñate ya! Rafael, ¡ven a comer inmediatamente! Nunca se lo decía con cariño, jamás un ¿puedes hacerlo? o una frase que denotara ternura.

Sin embargo, él se resistía a decaer. Sabía cómo hacer para que esas órdenes le resbalaran. De muy chiquito había sido travieso. A la mujer no le hablaba como a una madre. Le decía, ya voy, señora, pero huía al jardín a jugar a las canicas o a buscar escarabajos. Espere un poco, y se ocultaba debajo de la cama con dos soldaditos de plástico porque la guerra de fantasía le resultaba más atractiva que cumplir órdenes. Lo mismo sucedía al volver de la escuela. ¿Hiciste los deberes?, le preguntaba terminado el almuerzo. O le gritaba desde el balcón ¡ven de inmediato que te esperan los mandados! cuando recién había comenzado el partido de fútbol en la cancha de enfrente. Nunca un beso o un abrazo al irse a dormir.

Rafael cumplía con recelo los mandatos impartidos o no los acataba por lo que caía en penitencias. Sin embargo, aguantaba el trato poco cariñoso y las frecuentes injusticias. Era el cuarto niño de una familia de acogida, el más chiquillo de dos mujeres y dos varones. De pequeña altura, menudo para sus diez años, de pelo azabache, penetrantes ojos negros y rodillas siempre lastimadas. Querido por sus amigos y maestros por inteligente y pícaro.

Vivían en un departamento al suroeste de Madrid en Pan Bendito, una de las barriadas periféricas de la gran ciudad, habitadas por clases bajas e inmigrantes. Era un sitio de aspecto homogéneo donde los edificios de ladrillos rojizos y desteñidos conformaban bloques de más de cinco plantas. Para felicidad de Rafael moraban frente a un gran parque deportivo. Amaba ese lugar donde se sentía libre y seguro, lejos de la familia disfuncional que le había tocado en suerte. El niño nada sabía de sus verdaderos padres.

A pesar de la crianza autoritaria, Rafael nunca fue sumiso. Los mandamientos y las reglas no encajaban con su personalidad. Era libre, había nacido así, no lo amilanaban las sujeciones y advertencias inflexibles. Tampoco los gritos y malos tratos, especialmente de quien oficiaba de madre cruel y desamorada. Su esposo ferroviario nunca estaba en la casa. Era una especie de fantasma que muy de vez en cuando aparecía y cuando lo hacía estaba fatigado y ceñudo como para tratar con los niños.


Imagen creada por IA

Desde chico Rafael había soñado con irse de la casa. Descubrir nuevos horizontes. Imaginaba un destino mejor. En la escuela habían leído Las aventuras de Tom Sawyer quien se convirtió en el ídolo de su infancia. Ya encontraré un tesoro y seré rico, pensaba. Cumpliría su deseo, aunque conocía sus límites: la corta edad y la falta de dinero. ¿Adónde iba a ir? No confiaba tampoco en sus hermanos con quienes hablaba poco y despreciaba porque mendigaban cariño y, de esa manera, eran también rechazados sin piedad.

Rafael se escapaba a su mundo de fantasía para soportar sus estudios en la Plataforma Social Panbendito[1]. Emulaba, según los días y las circunstancias, a los personajes de los cómics: Zipi y Zape[2], Mortadelo y Filemón[3] y El Papus[4]. Conseguía las revistas en la escuela o en la plaza porque nunca tuvo las suyas. El universo de Rafael se confundía con esos personajes que aplicaba a sus sueños y juegos imaginativos.

Rafael admiró de adolescente a La Excepción, un grupo musical formado por jóvenes de su barrio que había triunfado al interpretar hip hop con toques flamencos. Eran sus héroes porque habían logrado salir del mismo extramuros donde él vivía y tener éxito en toda España. Rafael había aprendido sus canciones y las cantaba como metáfora de futuro. Ruina, no luchas por tu devenir, ruina, olor a sangre como elixir, de este barrio tengo que salir, ruina, llama al alguacil, no va a venir.       

El muchacho tuvo varios aprietos por querer escapar de la casa de la familia que lo cuidaba. Siempre lo regresaban. Él quería más al barrio que a esos lazos seudo familiares sin amor. Terminó la secundaria y cuando tuvo dieciocho años decidió que era el momento.

Un día armó su mochila y partió. Tomó el autobús cuarenta y siete hasta el final del recorrido, la gran estación de Atocha. Había ahorrado justo lo necesario para viajar en un tren a Sevilla. Por alguna razón le atraía Andalucía, un territorio promisorio, en el que dominaban el sol, los placeres y la esperanza.

Cómo no lo iba a cautivar esa región española si era la tierra de sus ancestros, aunque él no lo supiera. La habían poblado una mixtura de íberos, griegos, romanos, árabes y berberiscos. Los rasgos oscuros de Rafael, su alegría y la calidez de su carácter lo semejaban a la gente de la región. Andalucía era el lugar ideal para quien buscara disfrutar de la vida. Hacia allí fue el joven sin saber de sus orígenes.

Se dedicó a mil oficios. Fue obrero, mozo, taxista hasta que encontró un trabajo como guía de turismo. Se sintió libre y feliz. Llegó a tener su propia agencia de viajes. Nunca volvió a saber de su familia de acogida. Olvidó por completo las órdenes de la mujer. No encontró sus orígenes biológicos porque tampoco los buscó. Su orfandad fue eterna.



[1] La Plataforma Social Panbendito es una entidad salesiana que desarrolla su actividad en el popular barrio de Madrid del mismo nombre para atender las necesidades sociales, formativas y laborales de la población de pocos recursos.

[2] Dos hermanos gemelos muy traviesos que prefieren jugar en la calle con sus amigos antes que ponerse a estudiar en casa. 

[3] Cómic más popular de España, se publica todavía hoy en día. Estos personajes nacieron en la década de los 50. Son dos agentes secretos que siempre fracasan en sus misiones porque son muy torpes.

[4]  Revista pionera en la crítica social de la época a través del género del cómic y la sátira gráfica.


© Diana Durán, 30 de setiembre de 2024

CUADERNO DE LA VIDA NUESTRA

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