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UN EXTRAÑO VIAJE AL VIEJO MUNDO

 



La Conciergerie. París. Street View



UN EXTRAÑO VIAJE AL VIEJO MUNDO

 

Estudio mucho, demasiado. La materia es “Turismo de Europa”. Menuda cantidad de datos tengo que memorizar: países, capitales, paisajes, ciudades y luego, regiones, transportes, hotelería, itinerarios y atractivos turísticos.

El esfuerzo es supremo, pero “sarna con gusto no pica”, como dice mi abuela Antonieta, mientras me ofrece unas deliciosas croquetas de arroz que yo como con voracidad inusitada; un poco por hambre y otro por la ansiedad ante el examen que se avecina.

Es principios de febrero y la evaluación será los primeros días de marzo. Tengo intenciones de prepararla durante lo que queda del mes. Ya están aprobados el resto de los finales en diciembre y solo resta la asignatura que más me gusta para terminar tercer año. Luego, un año para obtener el título de Guía de Turismo.

Sueño con ser profesional de alguna agencia reconocida y proponer recorridos atrayentes y novedosos a la clientela. Imagino lo que significaría la posibilidad de viajar a los destinos más fascinantes del viejo continente.

El último trabajo consistió en el diseño de un recorrido por países europeos. Según mis propios anhelos proyecté con gran detalle a través de España, Francia y el Reino Unido. Todo va “en coche”, como comenta la abuela que me ahora atiborra de masitas con formas de eses y trenzas.

Son las doce y media de la noche y aunque estoy bastante cansada, puedo seguir un poco más. El examen se iniciará con la exposición de la monografía turística. Decido practicarla ante el gran espejo dorado de la habitación de huéspedes que en realidad es mi habitación en la casa de los abuelos. Yo soy la única que la uso. La abuela se va a dormir.

Comienzo el relato en voz alta con seguridad, lo sé de memoria. Explico a modo de simulación el arribo del grupo de diez turistas de la tercera edad al aeropuerto de Barajas, a doce kilómetros de Madrid; el transporte en minivans al hotel Cortezo, en las cercanías de la estación de Atocha, para luego de tres días de estadía, hacer las excursiones en tren de alta velocidad a Barcelona y Sevilla. Continúo con entusiasmo la narración de la visita al Paseo del Prado y el Museo homónimo que nos llevaría toda la mañana. La caminata posterior al almuerzo consistiría en un paseo de compras por la Gran Vía en el centro de Madrid.

Me siento confundida sobre el itinerario que yo misma diseñé. Súbitamente comienzo a vivenciarlo el relato. Ya no estoy en Madrid sino en Barcelona. A pesar de haber bajado en Barajas, el paisaje me remite a lo que estudié sobre la Rambla, la Pedrera de Gaudí, el Barrio Gótico y la Basílica de la Sagrada Familia. Advierto que la delegación denota nerviosismo pues no entienden por qué yo les relato los atractivos madrileños si, según ellos, estamos en Cataluña. Entonces, se dirigen a mí con ofuscación y me dicen. Señorita, señorita esto no es lo estipulado, nos hemos salteado una ciudad, estamos en Barcelona y usted se está refiriendo a Madrid, que pasamos de largo. No puede engañarnos así. Me refriego los ojos y trato de serenarme, pero continúo la explicación de las obras de Velázquez, el Greco, Goya y Tiziano. Incluso me detengo con detalle sobre la muestra de los bocetos en tinta negra y papel rugoso de Rubens del Museo del Prado.

A través de los resplandores borrosos del espejo de mi habitación puedo ver a los turistas cada vez más alterados. Usted es la guía, no puede confundirnos con lo que contemplamos, ni más ni menos los genios clásicos del Museo del Louvre consagrado a la arqueología y las artes decorativas anteriores al impresionismo, me increpa un señor que parece muy culto y refinado. El contingente está muy molesto con el calor de París, inusual para el mes de febrero. Caminan lento convencidos de que nos acercamos a la aglomeración de visitantes que se apretujan para admirar la célebre Gioconda de Leonardo Da Vinci. Cada vez más confusa, solo deseo que la abuela Antonieta me salve de la situación con alguna de sus frases consabidas, "ay, querida, no te hagas malasangre, todo pasa".

Trato de volver en mí con un esfuerzo sobrehumano para recuperar el raciocinio, pero no lo logro. De golpe y porrazo ya no estamos en el Louvre, sino que nos habíamos trasladado a los Campos Elíseos, mientras yo explico que son el símbolo de la capital francesa, una de las avenidas más famosas del mundo y que nuestro destino es el Arco de Triunfo y la Tour Eiffel. Mientras comento el carácter lujoso de la avenida reparo con gran sorpresa que se aproxima un impresionante desfile militar. Es el del 14 de julio y que, en medio de los fuegos artificiales y de la muchedumbre, se aleja mi grupo de turistas. Queda solo la pareja más añosa quién decide abandonarme, con la excusa de que el resto ya me descartó como guía de turismo. Todo es una locura porque el hombre mayor me advierte que el contingente está de camino al London Bridge sobre el Támesis y que ya ha visitado la Torre de Londres y el complejo de edificios rodeados de muros defensivos y un notable foso.

Todos desaparecen, también el desfile y la muchedumbre. Comienzo a sudar y tener escalofríos. Quedo sola y aterrada en medio de París, cerca de la Conciergerie en la Isla de la Cité. Estoy encerrada en una prisión. Es la época de María Antonieta. Me encuentro en la antecámara de mi propia muerte.

 

© Diana Durán, 29 de marzo de 2025

    

 

 

TERRITORIOS AUSENTES. NUEVO LIBRO DIANA DURAN

 



El nuevo libro de cuentos de Diana Durán, titulado "TERRITORIOS AUSENTES" con prólogo de Héctor Correa y los siguientes cuentos:

I. ITINERARIOS

Viaje tras la ventanilla del micro
De puro vagar
Mi lugar en el mundo
Crisis en la Gran Ciudad
Una carta sorpresiva
Tierra prometida
Despedida y retorno

II. AMBIENTES

El sur
La selva sin mal
Aventuras fraternales en tierras de Tucumán
Milagro en la fuente de las Cibeles
Finde semana en Villa Ventana
El nido
El riesgo de un castigo
Hallazgo serrano
Frente a los incendios
La resistencia y la memoria
Devastación en el entorno prehistórico
Reflejos de una catástrofe
Del bosque chaqueño: nuestra querencia


III. COSTUMBRES

Los motoqueros del barrio
Pasión futbolera
Revelación infantil
Ascenso en las Torres de las Catalinas
Tiempo de volver
Juicio a la Esperanza
Culpas de vestido largo

IV. TERRITORIOS INTERIORES

Interminable espera
En el jardín de siempre
Delirios
Rompecabezas
Amnesia y territorio
El piano abandonado
El albañil

Para obtenerlo comunicate por:

 2932-521423
Correo diana.a.duran@gmail.com

Facebook Diana Durán

Instagram: diana.duran19




EXPERIENCIA DE EDUCACIÓN GEOGRÁFICA CON LOS CUENTOS TERRITORIALES APLICANDO IA

 



CARRERA: Profesorado Educación Secundaria en Geografía. Instituto Superior de Formación Docente "Profesor Agustín Gómez". Paso de los Libres. Corrientes.

UNIDAD CURRICULAR: Tecnología de la Información y la Comunicación en la Enseñanza

PROFESORA: Loebarth, Analía Verónica

CURSO: 3° Año

CANTIDAD DE HS.: 4 hs.  semanales

PERIODICIDAD: Anual 

FORMATO: Taller

AÑO: 2024




A continuación, incluimos junto a los nombres de los alumnos, el cuento seleccionado y luego: sus producciones consistentes en la lectura, la elaboración del promt (1) para crear una imagen de la narración y la música elaborada con SUNO (2).

YAMILA BETSABÉ IBARRA Cuento: UNA CARTA SORPRESIVA

"Tríptico fotorrealista, colores pastel: 1) Mujer argentina mayor en su hogar sostiene carta rota, expresión angustiada, luz cálida tarde. 2) Misma mujer en laptop, papeles dispersos, reflejo Charlotte en sus lentes 3) Primer plano manos con boletos avión, nota emotiva. estilo realista, tonos suaves."


Imagen generada por IA


Escuchar canción aquí: Carta de ausencia



MERCEDES YAMILA PAIVA. CUENTO: UN VIAJE DECISIVO A LA PATAGONIA

"Generar una imagen panorámica que capture la esencia de un viaje por la Patagonia Argentina. Quiero ver a una escena de una mujer de cabello largo castaño oscuro en el interior de un vehículo observando curiosa el paisaje que se despliega ante ella. En sus manos sostiene un mapa con el itinerario marcado por ella. El cielo debe estar celeste y las montañas con nieve del bosque andino patagónico. Estilo realista con enfoque en la naturaleza"


Imagen generada por IA


Escuchar canción aquí: Construyendo sueños


Elabora una imagen de una abuela sentada en un sillón de mimbre en un jardín amplio lleno de tipos y colores de flores, arbustos y árboles frutales pequeños con un pequeño invernadero construido sobre un gallinero por ella en un día lindo de sol contemplando la belleza del lugar.


Imagen generada por IA

Escuchar canción aquí: El jardín de los recuerdos


LORENA JACQUET. CORRIENTES EN SOLEDAD

Necesito una imagen de un gaucho sobre un caballo en una mañana, en los Esteros del Iberá y un grupo de alumnos adolescentes junto a un profesor contándoles una historia.

Imagen generada por IA


Escuchar canción aquí: El campesino de Esteros


"Crea una imagen en la que haya una reunión en la selva en donde haya yaguareté, tapir, guacamayos, tucanes, coatíes, carpinchos. También un oso hormiguero hembra muerto y agrégale máquinas forestales cortando árboles y camiones transportando madera. 


Imagen generada por IA



Escuchar canción aquí: La selva se levanta

HORACIO JAVIER FERNÁNDEZ LA TIERRA PROMETIDA

"Crear una imagen de un niño de diez años con una mirada traviesa y una actitud desafiante junto a una mujer autoritaria y estricta que representa a su familia de acogida. La escena mostrará una amistad cerca con otros niños que juegan en una plaza y una transición hacia su vida adulta en Andalucía donde Rafael librado de su pasado se dirige a un futuro de esperanzas sin necesidad de buscar sus orígenes".


Imagen creada por IA


Escuchar canción aquí: Las alas de Rafael



"Crea una representación artística de la provincia de Entre Ríos en Argentina, elaborada en un estilo de acuarelas con tonos predominantes de verdes y marrones. La ilustración debe mostrar un paisaje con carpinchos descansando cerca de una laguna rodeada de sauces y álamos. En el fondo, extensas tierras agrícolas. También, se debe representar partes del suelo agrietados y secos, ilustrando los efectos. de la sequía".






 Escucha la canción aquí:    PAISAJES MARCHITOS 

SANTIAGO INSAURRALDE.  TIEMPO DE VOLVER


"Crea a un chico de veinticinco años, joven, adicto al celular y las redes sociales. Al lado de él debe encontrarse su abuela, feliz de verlo en su casa, sirviéndole un plato de pastas, pero preocupada y angustiada porque su nieto no vive el tiempo presente. Utiliza colores vividos y la figura de la abuela debe ir desapareciendo tenuemente haciendo referencia al paso del tiempo en la vida".




Escucha la canción aquí: MUNDOS SEPARADOS 







Escucha la canción aquí: LA FRONTERA


       El arte acompaña a la Educación Geográfica junto a las innovaciones de los profesores y alumnos que ponen el máximo de su interés y dedicación al aprendizaje. La lectura de cuentos ficcionales de contenido geográfico como los Cuentos Territoriales, sumada al apoyo de las nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial ha generado un plus cualitativo en el aprendizaje. Los alumnos guiados por su profesora no solo leyeron los cuentos que eligieron, sino que también imaginaron a sus personajes a través de una descripción propia con la que la IA construyó una imagen creativa. La redacción de los promt por parte de los alumnos implica una compresión del texto en términos de la síntesis explicativa que se requiere para lograr una imagen significativa. Además, agregaron a la creatividad artística una canción generada a través de SUNO.
    Agradezco profundamente a la profesora Analía Verónica Loebarth la difusión de su propuesta y su generosidad al proveerme de estas creaciones de sus alumnos.

Dra. Diana Durán


1. Un promt es una instrucción o texto inicial que se le proporciona a una herramienta de Inteligencia artificial (IA) para generar un resultado específico. Los prompts son la clave para comunicar las intenciones a la herramienta y obtener un buen resultado.

2. SUNO es una herramienta de creación musical impulsada por la IA que permite a los usuarios generar canciones realistas que combinan voces e instrumentación. Las indicaciones las proporciona el usuario.

HALLAZGO SERRANO

 



Sierra de la Ventana. Foto Durán

HALLAZGO SERRANO

 

La región estaba asolada por la aridez. Poco a poco los habitantes migraban a otros solares mejor provistos.

La escasez de agua se había instalado lentamente en el curso de un año. Al principio pensamos que iba a ser solo de tres meses con lo cual afectaría la floración y los cultivos, pero llegó a un punto en que la falta de lluvias hizo que las napas se secaran y los suelos se resquebrajaran. Había que llevar el ganado a los establos. Las pasturas habían amarillado y decidimos segarlas para guardarlas en los silos. En su lugar solo crecían matorrales espinosos que ni las cabras querían.

Los arroyos que bajaban de las sierras vertían hilos de agua hasta que terminaron secándose y las rocas ya no brillaban como cuando eran torrentosos. Todo se había tornado pajizo y gris. Solo en el fondo de los cauces se pintaba un verde musgo, restante de épocas húmedas. Se había situado un extremo desecamiento hidrológico que había afectado también a otros sitios pampeanos. La provincia había declarado el estado de emergencia.

Mis padres y mi esposo estaban azorados por los hechos. Nunca habíamos tenido una seca tan grave. Vivíamos en una finca que se extendía desde la ladera a la parte más alta de la Sierra de la Ventana. Mis tres hijos, varones pequeños, concurrían a una escuela rural que dada las condiciones ambientales había cerrado temporalmente. Los chicos estaban inquietos y peleadores si bien tenían mucho espacio para jugar. Ahora podían explorar las quebradas pues se lo permitíamos ya que los arroyos no tenían agua. Los tres jugaban como potrillos entre peñascos y cauces secos en la búsqueda afanosa de alguna lagartija u otra alimaña que cazar pues quedaban pocos animales en la zona. ¿Quién sabe dónde habrían migrado las liebres, cervatillos, zorros e incluso algunos jabalíes que solían revolcarse por allí? Las vertientes estaban vacías. Los pájaros se arremolinaban en los bosquecillos. Zorzales, benteveos, calandrias y horneros se avistaban en inciertos vuelos en círculos como queriendo despegar hacia otros lares.

Teníamos miedo de que los pinares se quemaran por las altas temperaturas expandiéndose hacia los pastizales. Esa circunstancia podía provocar una catástrofe. A los álamos y sauces se les caían las hojas fuera de la estación correspondiente.

        Todo estaba trastocado. Veíamos cómo el sacrificio de muchos años se esfumaba. Pensábamos con mi esposo que debíamos irnos, pero nos lo impedía el amor por ese terruño tan nuestro.

Una tarde los chicos nos pidieron explorar por la ladera opuesta a la casa, poco recorrida por todos nosotros. Era una gran aventura para ellos. Como no había peligro lo aceptamos. Llevaron sus mochilas con agua y unos sándwiches especiales preparados por la abuela.


 

Con gran entusiasmo los muchachitos se internaron en una quebrada muy estrecha, cubierta de matas espinosas y se ocultaron de la observación de sus padres. Estaban tan entusiasmados con la aventura que comentaban alborozados sus observaciones. Me parece que los pájaros están cantando en aquel bosquecillo, dijo el más grande. Por aquí se ven revolcaderos de jabalíes húmedos, ¡qué extraño!, le respondió el menor. El del medio les gritó: ¡vengan, miren, encontré agua que sale entre las piedras! Así fue como encontraron entre las rocas de una pequeña garganta un manantial del que escurría agua cristalina a borbotones y luego se volvía a internar en una caverna subterránea. Era un hallazgo asombroso. Como los muchachitos sabían manejarse en las sierras memorizaron la posición y corrieron a avisar la gran noticia a sus padres y abuelos.

 

El descubrimiento permitió realizar un canal desde la fuente descubierta y recuperar agua para nuestra subsistencia, el regadío y el ganado. Fueron nuestros hijos quienes nos salvaron de la migración.


© Diana Durán. 20 de noviembre de 2024

WEST Y LA CATÁSTROFE GLOBAL

 


La catástrofe global del planeta y la supercomputadora

WEST Y LA CATÁSTROFE GLOBAL

Él es el logro más reciente de la inteligencia maquinal: el computador HAL
9000, que puede reproducir –aunque algunos expertos prefieren aún usar la
palabra “imitar”– la mayoría de las actividades del cerebro humano, y además
hacerlo con una velocidad y confiabilidad incalculablemente mayores.
Arthur C. Clarke y Stanley Kubrick, 
2001: odisea del espacio

 

        La supercomputadora de última edición se localiza en uno de los miles de satélites que circunvalan la Tierra. Es casi humana en su diseño e inteligencia, comparable a HAL 9000 de "2001: Odisea del Espacio". Se llama WEST y recopila datos terrestres para enfrentar los desafíos de finales de siglo. En una notificación especial envía un diagnóstico de situación a los gobiernos de los países. Los sistemas de información lo analizan, aunque lo que está sucediendo lo corrobora en la Tierra. Las Naciones Unidas determinan un estado de alerta global.

Los lagos del sur, azules y helados están colmándose por el deshielo bravío de las montañas andinas. Desde las cumbres gélidas se desprenden gigantescos bloques glaciarios que caen por los valles como monstruos congelados, mientras las pequeñas poblaciones huyen a resguardarse. Con el avance de los derrumbes desaparecen los bosques de las riberas, tantos los autóctonos de lengas, ñires, coihues, alerces y araucarias; como los pinos invasores plantados durante años por ilusos paisajistas. Todos quedan sumergidos por el aumento del nivel de las aguas lacustres. La fauna de liebres, guanacos, pumas, zorros, ciervos colorados y pudúes también ha sido desplazada hacia las alturas o huye a las mesetas. Busca desesperada un lugar donde asentarse y resguardar a las crías. Las aguas azules se transforman en poco tiempo en verde musgo por la sumersión de los árboles costeros. Solo se salvan algunas pequeñas lagunas escondidas en las reservas naturales no conectadas con los deshielos patagónicos. En la comarca de una de ellas se refugian guardaparques del Nahuel Huapi. Al no recibir advertencias, la gente se traslada por laderas quebradizas y se instala como puede en cabañas construidas de madera y cañas que encuentran a su paso. Han vuelto a ser primitivos en su forma de convivir. Pelean por los lugares donde asentarse y las provisiones existentes. Otros, como hormigas laboriosas cargan sus enseres en autos y otros vehículos, hasta en carros tirados por caballos ariscos e intratables. Pero no todos pueden escapar, solo lo hacen quienes tienen recursos. Muchos pobladores emigran sin destino. Vagan por los caminos vecinales formando largas filas de autos y camionetas atiborradas de trastos inútiles. En las rutas nacionales los gendarmes armados impiden el paso, pues las rutas troncales están atestadas y bloqueadas por muchedumbres confusas. En las ciudades más populosas del Alto Valle, la población ha comenzado a construir murallas para impedir el paso de los desterrados. Los mapuches ancestrales, conocedores de la tierra, ascienden primero a las alturas porque tienen anticipos mágicos de lo que va a suceder.

WEST remite el estado de la Argentina y Chile a la OEA (1) que se interesa poco por los hechos. El Cono Sur es abandonado. Se siguen produciendo eventos catastróficos. La supercomputadora continúa informando infinitos datos preventivos que ante la sobreinformación emitida por los satélites quedan descartados por la comunidad científica en estado de reunión permanente.

Las llanuras costeras se ven inundadas de manera súbita por los ingresos marinos a varios kilómetros hacia interior del continente. Muchos pueblos quedan sumergidos. Las personas huyen con celeridad para instalarse en las metrópolis interiores atestadas por la procedencia de desplazados de todo el litoral. Córdoba y San Luis son los principales destinos. No todos tienen la infraestructura necesaria por lo que hombres, mujeres y niños se establecen como pueden en campos de refugiados atendidos por la Cruz Roja y los Scouts. Las grandes urbes reciben más atención que las zonas periféricas de las ciudades. Miles de individuos llegan desde las planicies y costas de los ríos mesopotámicos pugnando por encontrar un lugar en esos resguardos frágiles. Tolderías improvisadas han sido instaladas y los recién llegados reciben agua, artículos domésticos básicos y barritas de cereales para evitar disputas por el hambre con los ya emplazados. En poco tiempo se produce una anarquía, robos y peleas entre ellos. ACNUR (2) ha sido disuelta por las Naciones Unidas imposibilitada de cumplir con su misión y se limita a pocas aldeas africanas que sucumben día a día, por la desertificación y la miseria. Igual escenario se reproduce en las márgenes de América Latina y el Caribe.

La supercomputadora toma el control de sí misma y comienza a decidir sobre familias que no tuvieron el aviso de las autoridades. En Argentina las guía a través de los celulares, simulando ser gubernamental, a un oasis cuyano todavía no alcanzado por los desastres. Nadie se da cuenta de su condición tecnológica.

Selvas, bosques, pastizales y desiertos cambian de lugar en un loco ajedrez antinatural que los científicos no alcanzan a dilucidar, si bien estaban previstos en sus evaluaciones preliminares. La cuestión es predecir cómo y dónde se producirán esas variaciones. Nadie las anticipa con exactitud a pesar de los avances de la inteligencia artificial. Los algoritmos han fallado inexplicablemente y los matemáticos no encuentran solución a los cálculos sobre riesgos. Donde había bosques, ahora hay desiertos; donde selvas, pastizales. Los arrecifes de coral se blanquean lo que significa la rápida extinción de muchas especies de peces. Los restos de ecosistemas frágiles yacen deteriorados en todo el planeta.

WEST ha creado un símil del Arca de Noé en una gigantesca estación espacial abandonada que aterriza en el desierto del Sahara y reserva una a una las especies terrestres y marinas. También a los humanos que quiere.

Los huracanes del Golfo y los tornados de las Great Plains llegan a categorías superiores a las conocidas hasta entonces y retornan con mayor asiduidad obligando a la retirada de los asentamientos de las islas del Caribe y costas del sur de los Estados Unidos. A pesar de los avances en la prevención de los riesgos en estos lugares castigados es continua la migración hacia las cordilleras del Oeste y zonas frías del norte de Canadá. Las autoridades no dan abasto con el control de los traslados y se producen frecuentes reyertas entre los desplazados que se movilizan por las carreteras de los Estados Unidos. Europa sufre constantes deslaves, erupciones volcánicas, terremotos e inundaciones en la mayoría de sus territorios mediterráneos por lo que los habitantes huyen a tierras nórdicas.  

El superprocesador decide no actuar en ambos continentes por ser los causantes de la mayoría de las crisis ambientales y económicas del siglo.

Los suelos se resecan o se inundan de forma alternada y, en consecuencia, los cultivos y cosechas se pierden, excepto los que están bajo riego que en comparación son muy escasos. Nada se sabe en Occidente de las populosas poblaciones asiáticas que dependen del arroz y la soja pues se ha producido una falla mundial de las comunicaciones. Si es como en el oeste, las pérdidas serán más devastadoras aún en función de la cantidad de la cantidad enorme de habitantes.

Los gobiernos de las principales potencias no han cumplido con las advertencias de los científicos y de los organismos no gubernamentales y las reuniones sobre el cambio climático han fracasado estrepitosamente durante décadas. En poco tiempo se produce la catástrofe universal que la misma humanidad ha gestado.

WEST continúa realizando monitoreos y modelos predictivos sobre el calentamiento global que se pierden en el desierto universal, como en el cuento de Borges (3). La computadora casi humana logra gran perfección, pero sus predicciones no satisfacen a los gobiernos del planeta. Las generaciones siguientes deciden que es inútil y la entregan sin piedad a la inclemencia de los fenómenos naturales.

“En los Desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas” (4).



1. Organización de los Estados Americanos.

2. Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados 

3. Del rigor de la ciencia. Jorge Luis Borges

4.  Suárez Miranda: Viajes de varones prudentes Libro Cuarto, cap. XLV, Lérida, 1658 De: El hacedor (1960)

 

DESPEDIDA Y RETORNO

 


Paisaje de Toledo. Foto Diana Durán

DESPEDIDA Y RETORNO

 

Celeste pasaba unas felices vacaciones con su familia en Villa Gesell. Había alquilado un departamento durante todo enero. Era la primera vez que se daba el gusto. Ese año había podido ahorrar para disfrutar con sus hijos y padres un verano muy esperado. La calle 124 a pocas cuadras de la costa era tranquila y residencial. Tenía la facilidad de ir al centro cuando quería y bajar a la playa de mañana y al atardecer, sus horarios preferidos.

El celular sonó cuando estaba tomando una limonada en el parador mirando el mar sereno. Los chicos jugaban con amigos a pocos metros y sus padres se habían quedado descansando. Era la directora de Planeamiento que le avisaba que debía reintegrarse al trabajo en pocos días. Le explicó que la habían elegido para recorrer establecimientos educativos destacados de España con un equipo ministerial. Luego aplicarían los resultados al contexto de la Argentina. El viaje se iniciaría a fin de mes.

Debía decidir. Quedarse en la villa o ir a Europa. La opción parecía fácil, pero Celeste sopesaba el contraste de la tranquilidad de la costa con el hecho de trabajar intensamente en Europa. Significaría un gran desafío para ella y un notable avance en su profesión. Pensaba en el mundo desarrollado cuya educación se suponía para entonces, de mayor calidad que la Argentina. ¿Trabajo o descanso? ¿Aventurarse a grandes desafíos o quedarse gozando de su familia y el mar? No estaba muy segura, pero sabía que, si decía que no, quedaría mal con las autoridades educativas que la habían seleccionado.

Todos intervinieron en la decisión. Los chicos no querían que se fuese. Protestaban, mamá, es la primera vez que tenemos un veraneo tan lindo, no te podés ir, decía Pablo, el de doce. Mamita, te voy a extrañar mucho, agregaba Andrés, el de ocho. Los padres le insistían en que no debía perderse semejante oportunidad. La experiencia profesional y el hecho de conocer España sin costo eran de gran atractivo. Pronto recibió la noticia de que irían a Madrid, Barcelona, Granada y Sevilla. En consecuencia, recorrerían parte de España con el equipo designado y conocerían especialistas relevantes de distintas regiones del país. Tiempo de aprendizajes, ¡cómo no sentirse atraída!

Acordó con sus padres que ella retornaría en pocos días a Buenos Aires para preparar el viaje. Mientras ellos y sus hijos podrían continuar las vacaciones en Villa Gesell hasta fin de mes. Si bien estaban acostumbrados a compartir con los chicos, tendrían que acompañarlos en sus actividades, ocuparse de las comidas, cuidarlos en todos los órdenes sin su presencia. Habló con su exmarido, pero notó la reticencia ante la posibilidad de tenerlos. Como siempre.

Llegó el día de la partida en Ezeiza. Cuando saludó a sus hijos por teléfono sintió una especial amargura. ¿Cómo podía alejarse de esa manera?, ¿qué estaba haciendo?, se preguntó apenada. Intentó olvidar esos pensamientos para encarar una gran oportunidad profesional que la llevaría al viejo continente. Partió el veintiocho de enero sola, sin adioses, junto a sus cinco compañeras a quienes los familiares habían despedido con carteles multicolores y gran bullicio.

Arribaron a la capital española y comenzó el difícil trabajo de comprender otra cultura, otros modos de vivir, aunque se trataba de una ciudad muy parecida a Buenos Aires. Coincidían en el idioma y eso era un plus cualitativo. Quienes la acompañaban formaban un grupo muy agradable y conocido desde que había ingresado al ministerio.

Celeste recordaba a sus hijos en todo instante. No estaba en paz. Las preocupaciones se le colaban en la mente, no solo por la lejanía sino por la circunstancia de no haberse despedido en persona, si bien lo había hecho en Villa Gesell. Hubiera querido verlos hasta último momento, abrazarlos fuerte, decirles cuánto los quería y darles las indicaciones de siempre. Que se cuidaran, que se lavaran los dientes, que no comieran muchas golosinas, que no usaran en demasía el celular. Sabía que todo eso iba a estar vigilado por los abuelos, pero no era lo mismo. Un mes era mucho tiempo.

En Madrid las integrantes del equipo interactuaron con la Consejería de Educación, reconocieron el gran nivel de la educación pública española y, cada una se llevó una cantidad de libros sobre la experiencia de la transformación educativa. Los madrileños con quienes se relacionaron eran expresivos, afables y comunicativos. Un señor grande que oficiaba de coordinador las llevaba a todos lados, incluidos almuerzos y cenas. Por su parte, en algunos tiempos libres Celeste tuvo la oportunidad de visitar el Museo del Prado y admirar Las Meninas de Velázquez, obras del Greco, Rubens y Goya; recorrer la Gran Vía, la calle que nunca duerme con su variada arquitectura y grandes tiendas. Hasta pudo visitar una tarde el casco histórico de Toledo, la ciudad de las tres culturas: cristiana, judía y musulmana. Sin embargo, ella no estaba contenta. Añoraba la presencia de Pablo y Andrés. Los veía en cada niño en la calle o en los lugares que visitaba. Para colmo de males, fueron a varios colegios y liceos.

Luego de Madrid llegó el turno de partir a Barcelona adonde arribaron en buzeta. No fue la misma experiencia que en la capital. Encontraron cierta soberbia y aires de superioridad cuando contaban su experiencia y visitaban los centros educativos. El idioma era una barrera, pues en muchas ocasiones entre ellos hablaban en catalán. Además, los trataban como sudacas, sin duda. De todos modos, la ciudad era hermosa y pudieron recorrerla fugazmente. Allí también recordó conmovida a sus hijos. La melancolía fue creciendo con el tiempo.

Volvieron a la capital y partieron a Granada y Sevilla. Resultó una experiencia única conocer las escuelas albergue y sus huertas orgánicas, sumadas al paisaje de olivos y naranjas, muy colorido a pesar de la aridez reinante. Ni que hablar de los deliciosos mariscos frescos y jamones de bellota; además de los vinos con denominaciones de origen conque las recibieron. A mayor encanto, más extrañaba a sus hijos.

Celeste se hallaba en Granada, en un hotel de atmósfera árabe con grandes ventanales y rejas repujadas, cuando la llamaron a la conserjería. Su papá había tenido un infarto, no se sabía bien cuán grave era. Su madre debía cuidarlo. No tuvo más remedio que comunicarse con el padre de sus hijos, con quien no tenía buena relación y menos con su joven y reciente mujer. Si bien ya estaba al final del recorrido, la situación resultó caótica. No podía volver hasta que no terminara el trabajo y tampoco cambiar el pasaje establecido por el Ministerio. La situación fue penosa. Se comunicaba todos los días con su madre para ver la evolución de su padre y también hablaba con Pablo y Andrés, cuyas vocecitas la hacían angustiar aún más.

Desde el inicio presintió que el viaje no era oportuno. Al llegar a Ezeiza, así como no hubo despedida, tampoco nadie fue a recibirla. Cuando fue a buscarlos, abrazó a sus hijos como nunca y decidió que no había nada ni nadie más importante que ellos. Los viajes y los logros profesionales quedarían para otros tiempos.

 

© Diana Durán, 21 de octubre de 2024

EL RIESGO DE UN CASTIGO

 


 Sequía en el río Paraná. BBC Mundo. 

EL RIESGO DE UN CASTIGO

 

Siempre habíamos tenido suerte con el campo. Varias generaciones se habían dedicado a la producción agropecuaria. El abuelo había venido a mediados del siglo XIX desde Grecia donde pertenecía a una familia rural. Ellos vivían en una isla del Egeo y a pesar de la aridez sabían cultivar vid, criar ovejas e hilar capullos de seda. Su vida seguía con tenacidad el ciclo del día y los cambios estacionales. El clima mediterráneo, seco en verano y con lluvias en invierno, gobernaba todas las tareas.

Transcurrieron muchos años hasta que la guerra y el hambre acabaron con las épocas de bonanza. Los más jóvenes tuvieron que emigrar sin saber su destino. Mi abuelo, creyendo que iba a New York, terminó en unas colonias de Entre Ríos, en la Argentina. Todo era nuevo para él, la gente, el idioma, el clima, las costumbres. Sin embargo, se adaptó y logró afincarse, esta vez cultivando cereales y cítricos. Mi padre también lo hizo; siguió las enseñanzas familiares en la propiedad que se amplió gracias al esfuerzo de las dos generaciones. Una geografía generosa, tan fértil como onduladas eran las cuchillas que la surcaban. Solar misterioso de tierras gringas, a la vez pampeano y mesopotámico.

Yo me crié entre lagunas y pastizales; sauces y álamos; garzas y carpinchos. Así se formó mi carácter; no podría haber nacido en un ambiente más prolífico.

La naturaleza pródiga y la prosperidad económica nos benefició. Es cierto que durante algunas épocas tuvimos anegamientos y, en otras, períodos de sequía, pero ningún riesgo que produjera una catástrofe como para arruinarnos. Estábamos cerca del anchuroso río Paraná, los suelos eran ricos y las cosechas bastaban para mantener a toda la familia. Nunca olvidaré las manos fuertes y curtidas, el cuerpo algo encorvado y la piel reseca y quemada de ambos: el abuelo y mi padre. Qué decir de mi abuela y de mi madre, tan dedicadas a las tareas en la huerta, la granja, la casa y nuestra crianza.

Mi hermano y yo pudimos disfrutar de una educación universitaria gracias al esfuerzo de nuestros predecesores. Yo fui el que los hice más felices porque estudié agronomía. Para no ir a Buenos Aires, lo hice en Córdoba y en cinco años me recibí.

Justo al terminar la carrera, mi abuelo y mi padre comenzaron a ver que llovía poco, hasta que el cielo se eclipsó por meses. Las lagunas se secaron, los suelos se resquebrajaron, la fauna típica comenzó a emigrar. Hubo que malvender la hacienda escuálida y los pocos frutos que había dado el naranjal. La situación empeoraba día a día y yo con mi título reluciente estaba atado de pies y manos. Lo que había aprendido no servía de nada frente a la devastación y la catástrofe. Poco tiempo después, parte de la buena tierra, los árboles y las praderas sufrieron incendios devastadores.

¿Cuál había sido nuestro crimen para merecer tremendo castigo, como tituló Dostoyevski? (1)

En nuestro caso no hubo crimen, el castigo era ver a nuestro territorio asolado y comprender que solo quedaba volver a migrar como lo había hecho el abuelo un siglo atrás.  



1- Crimen y castigo. Novela de Fiódor Dostoyevski.

 © Diana Durán, 7 de octubre de 2024

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