UN CAMINO HACIA LA LIBERTAD. LA QUEBRADA DE HUMAHUACA
El nacimiento de Felisa Quipildor resultó del
“chineo” (1) que les sucede a tantas mujeres originarias del norte argentino. Su
padre fue el hijo del dueño de casa donde su madre era doméstica. Tal como lo
consumaron otros hijos del poder a tantas muchachas indígenas, práctica colonial
que se había repetido inveteradamente. Felisa pertenecía a una familia diaguita
dócil al sometimiento. Víctimas y victimarios residían en un pueblo enclavado
en la Sierra Santa Victoria de Salta, a más de 2700 metros sobre el nivel del
mar. La madre no había podido huir ni olvidar la cara blanca y el cuerpo
fláccido del violador. La pobre murió joven
de tuberculosis y tristeza. A los dieciséis años Felisa, conocedora de la
historia de su madre, logró abandonar la casa. Una conquista que le significó mucho
esfuerzo para encontrar un rumbo. Tenía recelo de su futuro y mínimos recursos.
Poco después se unió al joven Tolaba que criaba cabras y ovejas como tantos
otros pobladores originarios. Parecía que iba a poder torcer la historia. Tuvieron
dos hijos, Juana y Ramón.
Ramón emigró a las minas del norte de Chile en
busca de trabajo y fortuna. No se supo más de él. Juana tenía una personalidad decidida
y resiliente. Pese a la modestia de su situación cursó la escuela primaria y parte
de la secundaria. Su fortaleza hizo que sorteara largas noches de oscuridad y frío
en las alturas, iluminada por una vela, pero con la férrea voluntad de avanzar
en el estudio en una escuela vespertina. Su madre la acompañaba mientras tejía.
Allí en el borde de la Puna, en un pueblo que parecía empotrado en la montaña superó
todas las barreras y evolucionó de portera a maestra. La mayoría de los
maestros eran itinerantes. Esa fue la oportunidad que supo aprovechar porque ellos
venían alternadamente de otras localidades de la región y se quedaban por una
semana. En cambio, Juana era residente, de esa manera obtuvo el trabajo. Nada
la desviaba de su necesidad de superación. Además,
crio tres hijos, dos varones y una niña. Habían nacido de su relación con Rubén
Mamaní que parecía un buen hombre hasta que comenzó a trabajar en la mina
Aguilar a ciento veinte kilómetros del pueblo. Cuando volvía temporariamente se
la pasaba tomando en algún boliche. La historia de abuso se repitió, esta vez a
través de la violencia. Una tarde, cansada de los castigos, Juana hizo la
valija y partió con la pequeña Yanay. En quichua este nombre significa “mi morenita, mi
amada”. Adorada por su madre que la había criado
estudiosa y educada como ella. Los varones ya estaban grandes. Podrían valerse
solos, había decidido Juana. Además, eran de la misma casta de su padre. No
había logrado educarlos como para impedir el machismo reinante en la sociedad
local. Juana eligió para migrar el pueblo más bello de la quebrada de
Humahuaca, Purmamarca. También consideró su significado en aimará: “pueblo de
la tierra virgen”. Noche tras noche miraba fotografías del Cerro de los Siete Colores,
la animada feria artesanal, la cuesta de Lipán, el Algarrobo histórico. No iba
a ser fácil que le dieran un pase docente ya que ella no tenía un título
oficial, simplemente había ejercido porque no había otros maestros en su pueblo.
Pero como hábil tejedora, herencia de su
madre, podía trabajar como artesana en la feria y después se vería. Juana y
Yanay recorrieron ciento cuarenta kilómetros en distintos medios. Viajaron en
camionetas, autos y hasta caminaron al rayo del sol por los itinerarios más abruptos
de valles y quebradas, siempre pensando en su nuevo destino. Larguísimo camino.
Pasaron por Pueblo Viejo, Iturbe, Humahuaca, Huacalera, Tilcara previo ascenso
por el “Camino Fin del Mundo” con subidas y bajadas que no iban a olvidar
jamás. Laderas cortadas a pique, guijarros en asombrosas acumulaciones, cerros
multicolores y el desierto puneño las acompañaron. La naturaleza las conmovía. Les
recordaba su historia. Una travesía de vueltas y más vueltas para alcanzar la
tierra prometida. Ese derrotero desde Salta a Jujuy había sido el más largo y
emocionante de sus vidas. Bien lo valía. A pesar de ser norteñas no habían
salido de su pueblo natal. Ahora iban en rumbo hacia un nuevo destino. La
libertad.
Con los pocos ahorros que tenía Juana inició una
nueva vida satisfecha por su labor en la Feria Artesanal de Purmamarca. Las múltiples
formas de las tallas, el colorido de los tejidos, la finura de la orfebrería,
la original alfarería y el bullicio de la plaza principal le daban una tonalidad
diferente a su existencia. Junto a su hija poco a poco se integraron a la vida
del pueblo purmamarqueño. Juana con sus dotes de maestra dio clases de hilado y
tejido. Unió la tradición de hilar la lana con el emprendimiento en la feria y
se fue incorporando poco a poco a la organización de las artesanas. Cuando su
situación económica mejoró, logró traer a Felisa ya anciana a vivir con ellas. Mientras
tanto Yanay, tan abnegada como Juana, trabajaba junto a su madre y realizaba actividades
comunitarias. Además, estudiaba abogacía con gran esfuerzo y, de esa manera,
superaba el mito del dominio patriarcal. Con el tiempo se incluyó en la lucha
por sus derechos y participó en actividades de las mujeres indígenas.
Una noche estaban las tres reunidas después de comer conversando animadamente. Yanay hizo una pausa y les pidió atención. Alternaba una leve sonrisa con una actitud seria. Entonces la joven les leyó a su madre y a su abuela, como ofrenda de todo lo vivido por las cuatro generaciones de mujeres de la familia, la “Declaración del tercer parlamento plurinacional de mujeres y diversidades indígenas por el buen vivir” del 25 de mayo de 2022. Las tres se abrazaron con gran emotividad en honor a sus vidas y sus luchas.
Nosotras Mujeres y Diversidades
Indígenas organizadas en el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen
Vivir, de manera autoconvocada y autogestiva, manifestamos que tenemos la
certeza de que nuestra unión y organización como mujeres y diversidades
indígenas constituye la base del buen vivir.
Llegamos al Kollasuyo, Chicoana, Salta, desde las
distintas latitudes indígenas. Allí parlamentamos, nos escuchamos del
mismo modo que nuestros ancestros lo hicieron, con la presencia del abuelo
fuego y precedidas por ceremonias en las que convocamos a las fuerzas cósmicas
para hablar desde la sabiduría, la verdad y la memoria desde los espacios
ancestrales. A través nuestro la montaña habló, los ríos cantaron, los cóndores
nos abrazaron y la selva danzó porque todos ellos somos nosotras, somos cuerpo
territorio.
Los objetivos se cumplieron y hemos salido de
allí fortalecidas, recuperando nuestra espiritualidad ancestral ya que es desde
la espiritualidad que nos nutrimos de fuerza y claridad para esta importante
lucha que nos trasciende y que nos compromete con la vida de la niñez de
toda Indoamérica y por qué no del mundo.
Es tiempo de darle un ultimátum al
Estado que ha permanecido cómplice de criminalidades como lo es el
“chineo” y que además ha reforzado la impunidad a través de su
indiferencia. Esta aberrante práctica de violencia sexual contra nuestras niñas
debe terminar y, es por lo que, nuestra campaña “#BastaDeChineo” asume una
nueva etapa la de luchar por “#AboliciónDelChineoYa” y para ello hemos
consensuado lo siguiente:
Ultimátum al Estado argentino para la abolición del
chineo, exigimos:
1. Que se declare y tipifique el chineo
como crimen de odio, y con ello alcance las penas máximas y sin obtener
beneficios, como ser la libertad condicional o la reducción de condena.
Entendemos al chineo como una práctica criminal, racista y colonial
sistémica.
2. Que se declare crimen imprescriptible.
3. Que se responsabilice e inhabilite a
trabajar en territorios indígenas a empresas que tengan empleados que
hayan cometido esta aberración.
4. Que se procese, condene y se dé de baja
deshonrosa a policías, gendarmes y/o militares que violen a las niñas
indígenas.
5. Que se expulsen y condenen a las
instituciones y grupos religiosos que operan en territorio indígena y
sean cómplices de estas prácticas criminales.
6. Que se juzgue y condene sin excepción y sin
reconocimiento de fueros a funcionarios públicos como así también a las
autoridades tradicionales de los Pueblos Indígenas que
sean ejecutores de estas prácticas, cómplices
o bien facilitadores de las mismas.
7. El embargo de todos los bienes de los
violadores, con bienes a cumplir la contención económica y recuperación de la
víctima.
8. Sanción económica al Estado argentino, para
la creación de un fondo de prevención, recuperación y apoyo a las víctimas del
chineo, administrado por el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir.
Entendemos y sostenemos que el principal
responsable de que estas prácticas criminales sigan vigentes desde hace más de
200 años ha sido el propio Estado argentino, que en ninguno de sus
sucesivos gobiernos ha generado mecanismos de condena ni ha producido
instrumentos legales para la prevención y tratamiento de casos de chineo.
9. Para desactivar los escenarios de
complicidades que generan este crimen se deben reformular los mecanismos
de diálogo y representación entre los Pueblos Indígenas y el Estado. Es así como
de ahora en más las mujeres debemos ser las receptoras y administradoras de los
programas de alimentación y asistencia social, ya que muchos caciques y
referentes hombres indígenas aprovechan este lugar de poder para humillar y
someter sexualmente a niñas y jóvenes de su propia comunidad.
10. Exigimos que los encubridores también
sean condenados y con la misma escala que los actores materiales.
11. Elaboración de protocolos con
participación y consulta a mujeres y diversidades indígenas. Con fines a que se
apliquen en instituciones, tanto del Estado Nacional como en cada una de las
provincias y municipios, como ser instituciones educativas, de salud, de
justicia, y de seguridad.
Es determinante que cualquier legislación o
medida que se tome para dar respuesta a la abolición del
chineo, deberá contener todos y cada uno de estos puntos que
señalamos.
Esta exigencia será caminado, colectivizado y
urdido entre muchos hilos de solidaridad del mundo. Estamos convencidas que
desde el 3er. Parlamento Plurinacional de Mujeres y Diversidades Indígenas por
el Buen Vivir ha surgido una propuesta que tendrá impacto continental.
(…)
Convocamos a luchar por su abolición y abrazar la
vida toda y todas las vidas.
Declaración
desde Chicoana Mujeres y Diversidades Indígenas de los pueblos naciones:
AvaGuaraní, Aymara, Chané, Charrúa, Chorote, Chulupí, Diaguita, Guaycurú,
Huarpe, Kolla, Lule, Mapuche, Moqoit, Purépecha, Qom, Quechua, Ranquel, Simba
Guaraní, Tapiete, Weenhayek, Wichi.
#Declaración
#BuenVivir #BastaDeTerricidio
#AboliciónDelChineoYa
#bastadechineo #ElGenocidioEsHoy
#Parlamento #Plurinacional
© Diana Durán. 11 de julio de 2022